ORDO
CISTERCIENSIUM S.O.
ABBAS GENERALIS
Prot. N° 93/AG/01
26 de Enero de 1993
Muy queridos Hermanos y Hermanas:
Confío que este nuevo año será para todos un año de gracia. El Señor se da sin medida a quien se abre con deseos infinitos. Intercedamos los unos por los otros a fin que la obra divina no sea vana en nosotros.
En mi carta circular del año pasado les presenté la Buena Noticia de la Schola Caritatis en el contexto de la nueva Evangelización.
Intenté, asimismo, decir una palabra, sobre la identidad monástica contemplativa; o, mejor aún, procuré conceptualizar mi propia experiencia a fin de comunicársela a ustedes.
Agradezco, una vez más, a todos los que me han escrito compartiéndome sus reacciones y reflexiones. Nuevamente, con esta carta, los invito al diálogo y a compartir los bienes que el Señor nos regala.
Deseo hoy, en el contexto del Evangelio de la Escuela de Caridad, ofrecerles algunas ideas sobre la Lectio Divina.
Considero que los pilares de nuestra vida contemplativa son: la Eucaristía y el Opus Dei, la Lectio Divina y la Intentio cordis; y estos pilares se asientan sobre el fundamento de la ascesis, el trabajo y la soledad; todo dinamizado por la discreta alternancia de estos exercitia, en el ámbito de una comunión de amor y un pluralismo convergente. No pudiendo abarcar todo en una simple carta me centro en la Lectio.
Soy muy consciente que dos de mis predecesores ya han escrito sobre este preclaro ejercicio de nuestra conversatio monástica. No me es posible mejorar lo ya escrito. No sé si podré decir algo diverso pero les aseguro que no será adverso.
En su carta circular de 1978 Dom Ambrosio nos decía: “si logramos efectivamente desarrollar la práctica de la Lectio, esto producirá efectos de largo alcance respecto a la calidad de nuestra vida monástica y se enriquecerá la dimensión contemplativa de nuestros monasterio”. Cuando leí en aquel entonces estas palabras pude sentir y palpar toda la verdad que encerraban. Hoy estoy aún más convencido que antes, me hago por eso portavoz de las mismas.
En fin, basta ya de preámbulos. Deseo evitarles el cansancio y el fastidio de una lectura larga y dispersa. Por tal motivo me he decidido redactar lo que sigue en forma de breves máximas o sentencias. Confío que resultará así más provechoso y, quizás, hasta más pedagógico.
Sigo en esto el ejemplo de los autores espirituales antiguos. Muchos de ellos acostumbraban a redactar sus obras en forma de sentencias, cada una portadora de un mensaje central. La sentencia es un dicho breve y suscinto que ofrece un consejo y enseña a vivir, o revela doctrina, moral y sensatez y, en el mejor de los casos, sabiduría. Pero para que la sentencia manifieste sabiduría se requiere que quien escribe y quien lee gusten y sientan el sabor de lo que hacen y viven.
PRELUDIO
1. El Espíritu inspiró la Escritura, por eso: está presente y habla por medio de ella. Si inspira, también expira.
2. La Escritura expira vida por la inspiración del Espíritu, por eso ella es la respiración del monje cristiano.
3. Todo este Libro Vivo converge en Cristo. Las divinas Escrituras son un solo libro: Cristo. Él es la Palabra abreviada, viva y eficaz.
4. Toda la Escritura se refiere al misterio de Cristo: prefigurado en el Antiguo Testamento y presente en el Nuevo, interiorizado por cada cristiano y consumado en la gloria.
5. Porque Dios es infinito, su Palabra también es infinita: la Escritura encierra infinitos misterios, su sentido es insondable.
6. El sentido literal del texto ha de ser siempre el punto de partida: la letra enseña los hechos y presenta a las personas, la historia es el fundamento.
7. El Espíritu nos lleva más allá de la letra, nuestra vida teologal nos abre las puertas al sentido:
* Alegórico, que edifica la fe descubriendo a Cristo y a su Iglesia.
* Tropológico, que nos enseña a obrar en la verdad del amor.
* Anagógico, que nos muestra y atrae hacia aquello que aún esperamos.
8. El Evangelio es la boca de Cristo siempre pronta a ofrecernos un beso de eternidad.
9. El Evangelio es cuerpo y sangre de Cristo, orarlo y vivirlo es comerlo y beberlo.
10. El Evangelio es fuerza de Dios porque nos indica el camino y nos da la fuerza para seguirlo.
11. ¡Aquí se halla la verdadera vida, y mi espíritu no tiene ni desea otra que la lectura orante de estos misterios!
12. La Iglesia es la única caja de resonancia de la Palabra de Dios. En cuanto Cuerpo de Cristo ella misma es Palabra. La Escritura nos da vida en el Espíritu cuando es acogida en el ámbito de la tradición y el magisterio.
13. Nuestra Lectio Divina ha de prolongar la Palabra más allá de la Liturgia a fin de prepararnos para una fructuosa celebración de la misma.
14. El cenobita sólo entiende el sentido profundo de la Palabra cuando vive en comunión y concordia con sus hermanos.
15. La conversatio monástica ha de crear un clima bíblico que permita a todos y a cada uno ser protagonistas en el diálogo de la salvación.
16. El humus de la humildad es la buena tierra en donde la Palabra produce fruto abundante.
17. Sólo acoge quien se recoge, sólo en el silencio se auscultan los latidos del corazón de Dios.
18. A Dios hablamos cuando con amor oramos, a Dios escuchamos cuando con fe leemos su Palabra.
19. Cuando nuestra perseverancia y asiduidad en la Lectio nos crucifiquen en el Libro comprenderemos la locura del Padre bueno.
20. Para conocer a Cristo crucificado hay que estar crucificado para el mundo.
21. “Aquí estoy, escriba Dios en mi lo que quiera”, dijo María. Cuando nuestro corazón es una carta escrita por Dios, todas las cartas de Dios resuenan en el corazón.
22. El que vive la Buena Noticia ofrece al mundo razones para vivir y morir.
PRIMO MOVIMENTO: riposato
23. La Lectio Divinaes…
* Una lectura meditada, sobre todo de la Biblia, prolongada en oración contemplativa.
* Una lectura de Dios con ojos de esposa y corazón de Iglesia.
* Lectura gratuita para acoger gratis al Autor de la gracia.
* Lectura trasformante que nos evangeliza y convierte en evangelizadores.
* Relación interpersonal en la fe y el amor, con Cristo que nos habla, en el Espíritu que nos enseña, y ante la mirada del Padre que nos mira.
* Peregrinación con las palabras hacia el Misterio de la Palabra.
* Paulatina asimilación de la Verdad salvífica mediante el diálogo con el Salvador.
* Fe enamorada que, busca el Rostro de Dios a fin de anticipar lo esperado.
* Inmersión, compenetración, divinización, emersión.
24. La Lectio es divina:
* Pues se lee a Dios; en su Palabra y con su Espíritu.
* Porque nos presenta ante el Misterio y lo hace presente en el corazón.
* Cuando se escucha a Dios que habla y se gusta su presencia.
25. Porque la Lectio Divina es diálogo es asimismo acogida, donación y comunión. Acogida de escucha y reflexión; donación de respuesta; y encuentro de comunión.
26. Miriam de Nazareth, dialogando con Gabriel, nos ofrece un cautivante ejemplo de Lectio vere divina.
27. Porque la Lectio Divina es vida es también movimiento. Movimiento en el que se pueden distinguir diferentes momentos o experiencias: lectura, meditación, oración, contemplación…
28. Lectura, meditación, oración, contemplación… es lo que normalmente sucede si le damos tiempo para que suceda.
29. La gratuidad de la Lectio Divina es algo diferente a la utilidad del estudio. El estudio procura conquistar la Palabra, la Lectio Divina se rinde y doblega ante ella.
30. La Lectio Divina difiere también de la lectura espiritual. Esta última puede tener como fin la adquisición de conocimiento, la fundamentación de convicciones o el estímulo para una entrega generosa. El fin de la primera es la unión con Dios en la fe y el amor.
SECONDO MOVIMENTO: coraggioso ed ampio ma non troppo
31. La Lectio Divina no suele ser inmediatamente gratificante. Es una actividad y una pasión de largo aliento. ¡No se cosecha al día siguiente de haber sembrado! ¡El gusanillo no se transforma al instante en mariposa!
32. Nada más purificante que sobrellevar la mudez de la Palabra. Pero todo el que sabe esperar es recompensado.
33. Si te dejas poseer por la Palabra escucharás hasta su silencio.
34. En la Lectio Divina hay también lugar para los Padres de la Iglesia y del Císter, sus escritos confirman y amplían el mensaje bíblico; por su espíritu cristiano son guías seguros de recta interpretación; y por su santidad de vida nos enseñan a vivir y ayudan a dialogar en el Santo Espíritu.
35. Otros libros pueden ayudar en la medida en que nos permitan asimilar el Misterio y ser trasformados por él.
36. Cuando el principiante dice: para mi todo es Lectio Divina; se ha de entender que para él la Lectio Divina es nada.
TERZO MOVIMENTO: adagio pero continuo
37. Recógete y cae en la cuenta: ¡es Dios quien te quiere hablar y espera tu respuesta!
38. Las diferentes experiencias o momentos de la Lectio Divina se unifican en un único movimiento del espíritu. Pueden coexistir y sobreponerse mutuamente, hasta pueden alternarse en un orden siempre cambiante. El caminante hace muchos movimientos, pero todos se unifican en una sola acción: caminar.
39. La práctica asídua suaviza las rigideces. Quien poco se ejercita, las acentúa y avanza torpemente. Quien no se ejercita, no avanza.
40. La Lectio Divina es para el monje y la monja una práctica cotidiana, a una hora privilegiada, todo el tiempo necesario para entablar un diálogo con el más fiel de los amigos.
Lectura
41. Leer es una forma de escucha que permite siempre volver sobre lo escuchado. Y escuchar es ser y dejar ser, sin escucha no hay relación interpersonal.
42. Si lees por leer y no por haber leído, entonces tu lectura es apacible, reposada y desinteresada.
43. No pierdas el tiempo buscando un texto que te caiga bien, determina el texto de antemano, quizás las lecturas litúrgicas del día, o siguiendo un tema, o leyendo de corrido toda la Biblia.
44. El tonto cae en la tentación de decir: ¡este texto ya lo conozco! El sabio sabe que una cosa es conocer la fórmula química del agua y otra saborearla junto a un manantial en un mediodía del verano.
45. Si no entiendes lo que lees, pide ayuda al Señor para entender. Y ayuda al Señor: busca el contexto de tu texto, compara con textos paralelos, busca las palabras claves, determina el mensaje central…
46. Si has leído bien podrás decir lo que el texto dice.
Meditación
47. Meditar es masticar y rumiar, pues es: repetir, reflexionar, recordar, interpretar, penetrar… Quien así medita la Palabra se trasforma según la Palabra y se convierte en mediador de la Palabra.
48. Si el texto leído no te dice nada, ama a la Palabra más allá de las palabras y no temas entregarte sin reservas. Y si el texto es duro y se lo aplicas a tu vecino, procura releerlo en primera persona.
49. No hay meditación sin distracción. Vuelve entonces a la lectura, detente en las palabras claves.
50. Cuando el texto te habla al corazón has alcanzado y recibido un precioso fruto de la meditación.
Oración
51. La oración, durante la Lectio Divina, puede tomar múltiples formas: alabanza, petición, acción de gracias, compunción…
52. Habiendo escuchado leyendo y meditando puedes ya hablar orando. Si ya sabes lo que el texto dice y te dice: ¿qué le dices?
53. El silencio es también respuesta, tanto para el que ora olvidado de sí, cuanto para Aquel que todo lo sabe.
Contemplación
54. Contemplar es admirar y callar en el Templo que es Cristo Resucitado.
55. Contemplar es encontrarse con la Palabra más allá de las palabras.
56. Contemplar es vivir en el Resucitado, enraizado en el aquí de esta tierra, lanzado hacia el más allá de los cielos.
57. La contemplación es visión. El contemplativo ve la Resurrección en la cruz, la vida en la muerte, ve al Resucitado en el Crucificado.
58. La contemplación es la sed que causa la aparente ausencia o la saciedad de la mutua presencia…
59. El contemplativo no sabe qué decir, simplemente porque sabe.
QUARTO MOVIMENTO: codetta
Colación
60. La colación es contribución o aporte y confrontación o diálogo. Ha de aportar leña para la meditación, fuego para la oración, luz para la contemplación, motivación para la acción…
Acción
61. La acción se refiere, ante todo, a la conversión del propio corazón, actuando como discípulo y bajo la disciplina de la Verdad revelada para nuestra salvación.
Colaboración
62. Toda obra buena es colaboración con Aquel que todo lo hace bien. Quien con el colabora con todos trabaja y ora.
POSTLUDIO
63. La Biblia no está sólo destinada a informarnos sobre Dios sino a transformarnos según la forma de Cristo.
64. La Escritura es la palabra que informa dándonos forma cristiana.
65. La concepción virginal de la Virgen Madre es misterio de redención y también modelo para imitación: concebir la Palabra en el seno del corazón abrazando la voluntad del Padre nos convierte en hermano, hermana y madre.
66. La Palabra y las palabras son para el hombre y no el hombre para las palabras porque el hombre es para la Palabra.
67. El que ha progresado en la Lectio experimenta la necesidad de menos palabras y más Palabra.
68. El que ha sido trasformado por la Palabra podrá leerla en los acontecimientos de cada día y en esos signos de los tiempos que son voces de Dios manifestadas mediante las más hondas aspiraciones humanas.
69. Quien ya tiene la verdad revelada grabada en las entrañas de su corazón no necesita del texto sagrado y es para otros una Biblia viviente.
70. Si deseas conocer y alcanzar a Cristo lo conseguirás mucho antes siguiéndole que leyéndole.
Llegado a este punto de la carta me doy cuenta que he escrito más de lo que había pensado, pero ciertamente menos de lo que el tema merece. Hay muchos aspectos de la Lectio Divina que han quedado de lado y otros que nunca los he experienciado.
Todos sabemos que uno de nuestros “vicios” capitales es el activismo. Ya hablaba de él D. Gabriel en 1955, y en los informes de las casas al último Capítulo General apareció con harta frecuencia. Se trata de un vicio pernicioso pues perturba el otio monástico, atomiza el deseo de vida eterna, interfiere la búsqueda contínua del rostro de Dios y desvirtúa, finalmente, la naturaleza misma de la vida contemplativa.
Conozco un arma poderosa para atacar y vencer esta actividad desnaturalizada: el equilibrio y la alternancia entre Lectio Divina, liturgia y trabajo. Y la mejor forma de asegurarse este equilibrio es darle a la Lectio Divina un puesto prioritario. Credete expertibus!
Permítanme aún que les comparta unas palabras de Gilberto, abad de Hoyland, que me interpelaron hondamente durante mis primeros años de vida monástica y han conservado para mi hasta el presente toda su carga profética.
Vosotros, los que oráis como de paso y os detenéis largo tiempo en la lectura; los que ardéis en deseos de leer y sois tan fríos para orar. Tened esto en cuenta: la lectura debe servir para la oración y disponer para el amor. Cuando lees, aprendes algo de Cristo; cuando oras, entablas con él una conversación familiar. ¡Y cuánto más provechoso es hablar con él que hablar de él! (In Cant., VII:2).
Pero en realidad, el gran maestro de la Lectio es Guillermo, abad de Saint Thierry. Sus oraciones meditativas son un testimonio elocuente de su aplicación a la lectura y de su corazón lleno de deseo y contemplación divina. Pónganse bajo su magisterio y él, como buen discípulo del único Maestro, hará de ustedes otros maestros.
Esta carta queda inconclusa. Es cada uno de ustedes quien la tiene que continuar. Pero, por favor, que nadie la concluya. Dejémosla inacabada como signo de una búsqueda que continúa hasta alcanzar el fin del Infinito.
Les pido una oración, les aseguro un recuerdo constante en el sacrificio de la mía. Con un abrazo grande, en María de san José.
Bernardo Olivera, Abad General
- PD.: Les adjunto una visión sintética de mi comprensión del Evangelio de la Escuela de Caridad. Les ayudará a ver el lugar que la Lectio Divina ocupa en ella.